martes, 16 de junio de 2020

Capítulo 23


Simón  se lleva una terrible decepción al encontrarse con Gustavo.
--¡Eres tú!
 ¿Lo esperabas a él? ¡Hubieras preferido que viniera Adolfo! ¿Verdad?
--¡Sí! ¡Pero no ha venido, él es un miserable al que nunca le importé para nada!
--¡Él sabe que estás aquí! ¡Le supliqué que viniera a verte y me dijo que no le interesas, que por él te puedes morir si quieres y que si eso llegara a pasar sería su liberación!
Simón  sufre una fuerte crisis 
--¡¡Es una basura, un maldito, un miserable de lo peor! ¡Lo odio! ¡Lo odio y lo desprecio con todo mi corazón!
Gustavo se finge preocupado ante las enfermeras que van llega:
--que mal está. Se puso así de repente.



Adolfo vuelve a su departamento y se atormenta por los recuerdos.
--¡Otra vez de regreso a la casa! ¡Cuántos recuerdos! ¡Simón ! ¡La última noche que pasé aquí! ¡No, no puedo recordar esas cosas!
Adolfo se tumba en esa cama. La última vez que lo hizo fue para hacer el amor con Simón. El aroma, las huellas del chico están siempre en su cuerpo y eso lo atormenta. Ama y desea a su hijo y eso lo está matando. Se estremece en esa cama. Cada pensamiento, cada beso que se dieron, cada caricia es una puñalada. Fue lo peor y lo mejor que le ha pasado en la vida. Odia recordar ese momento pero no quiere olvidarlo porque nunca fue tan feliz como esa noche en la que hizo el amor con su hijo.

Gustavo llama a Marina por teléfono. Celebran que sus planes estén saliendo tan bien.
-¡Esta misma tarde podemos ir a buscar a Simón  a la clínica donde está y llevarlo con el doctor Vidal!

Adolfo está medio desnudo en su cama pensando en Simón . Siente que las sábanas huelen a él. Todo huele al chico en esa cama . No puede dejar de pensar en cuando hicieron el amor y se estremece todo.
--¡esto es enfermizo, no puedo seguir con esto¡
Sobre la mesita hay una foto de su hijo y su ahijado. La besa con cariño:
--perdoname hijito, sé que te estoy descuidando pero tal y como me siento no soy capaz de cuidarte. Además tú tienes a tu mamá y no me necesitas. Simón  sólo me tiene a mi, si yo no lo ayudo se me muere, se me muere.
Adolfo se levanta y se va a dormir al sofá. No puede dormir en esa cama que le trae tantos recuerdos. Pero los recuerdos lo acompañan siempre y lo atormentan. Llora. Se golpea el pecho:
--¡tengo que matar este sucio amor que nunca debió nacer¡¡así no podré ocuparme de mi hijo¡¡tengo que sacarlo de las garras de la maldita droga y tal vez así logremos aprender a vernos como padre e hijo¡
El rostro del hombre se llena de lágrimas. Vibra de deseo. Cada poro de su piel ama a Simón con una intensidad que jamás sintió antes.  Llora sangre



Cuando Ernesto duerme, Marina se refugia en el departamento de Gustavo. Hacen el amor como bestias y después hablan. Simón está drogado y atado en la bañera.
-- aún me sorprende que tengas tantos contactos.
--¿a qué te refieres? 
-- Bueno, pues que el doctor Vidal come de tu mano y también conoces al otro médico, el de la clínica esa para marginales de donde sacastes al drogadicto.
-- bueno es que mi padre es uno de los cardiólogos más prestigiosos del país y por eso conozco a muchos médicos.
--nunca me dijiste.
-- Nunca preguntaste.
-- Tienes razón hay mucho que no sé de mi.
Él la mira pícaro:
---conoces mi cuerpo, no todas tienen el gusto.
--Y no me vas a contar nunca lo que tienes para que el doctor Vidal haga lo que tú quieras?
Gustavo se le ríe:
--el descarado mató a una paciente, la operó medio borracho y casi sin dormir. Mi padre lo tapó diciendo que la chica  padecía del corazón pero estaba más sana que tú y yo juntos.
Marina sonríe con maldad.
--Ahora entiendo, claro si esto se sabe perdería su licencia, su prestigio ¡eres brillante¡
Gustavo sale de la cama totalmente desnudo. Marina lo admira con deseo. Él le da un frasco.
--¿y qué es esto?
-- para que veas que yo aprendí de mi padre. Son gotas para el corazón, una gotita y te salva la vida, pero si te pasas la dosis…
-- le pondré todo el frasco, me tiene harta ya ese vejestorio.
--eres tan bella como burra, ¿es que quieres ir a la cárcel por asesina?
-- ¿y entonces?
-- ponle una gota cada semana, luego día sí día no, luego cada día. No sabe a nada y si se lo mezclas con licor pues mejor, poco a poco le creará una enfermedad del corazón sin que él se entere y morirá, será una infarto.
Marina besa el frasco.
-- Cuando el viejo muera tú y yo seremos los únicos encargados de administrar el dinero de Simón .
--¿Lo ves como sirvo para algo más que hacerte el amor?
--eres delicioso y perverso...
--como tú. Eso de drogar a tu marido para poder visitar a tu amante pero así hará mayor efecto las gotas ...
Ríen. Se besan ardientemente.

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