martes, 16 de junio de 2020

Capítulo 13





Adolfo está desesperado. Tomás trata de sacarle importancia al asunto.
--tampoco es para tanto.
Adolfo tiene el rostro desencajado. Se lleva las manos a la cabeza desesperado.
--¿¡tú te das cuenta de lo que hiciste?¡ Desgraciado, te acostaste con mi hijo y lo incitaste a la prostitución¡
--¡no de eso nada. El chico ya venía muy bien enseñado... ¡por ti¡¡que no se te olvide¡
Adolfo golpea de nuevo a su amigo con rabia y lo tumba al piso.
-- ¡debería denunciarte¡
Tomás se toca la mandíbula y dice:
--¡pues también te tendrías que denunciar a ti¡ Tú estrenaste ese culo delicioso que yo ayer probé¡
Adolfo está furioso y celoso. Se le tira encima y lo golpea como loco.
--¡¡te voy a matar, desgraciado¡¡
Y Tomás está demasiado cachondo con ese padre y ese hijo. Le excita tener al guapo Adolfo encima y lo besa. Adolfo lo muerde con rabia. Le hace sangre.
--¿¡estás loco¡?¿¿no tienes límite?¡¿que pretendes ser el amante de los dos?¡
Y eso es lo que quiere precisamente. Tener a los dos juntos en su cama pero no se atreve a decirlo. Adolfo se levanta con los ojos inyectados en sangre. Después de estar con Simón su cuerpo no quiere el de otro pero ahora que Tomás se ha acostado con Simón, Adolfo jamás se plantearía volver a acostarse con su amante. Adolfo se lleva las manos a la cabeza para no seguir golpeando a su amigo. Lo mira con ojos llorosos. Tomás se levanta y lo mira con culpa.
-- ¡tú y yo siempre hemos sido cuates, somos compadres ¡eres el padrino de mi hijo¡ Sin contar que llevas años diciéndome que me amas ¿¡cómo has podido hacerme una cosa así?¡ ¿así me amas?¿lastimando a mi hijo?
--no lo lastimé. Disfrutó en mis brazos.
Adolfo esta preocupado por su hijo pero también le duele que su amigo haya recibido lo mismo que él. Se muere de los celos. Quiere matarlo. Golpea la pared con tanta rabia que le sangran los puños. Tomás lo abraza por la espalda para calmarlo.
--¡tú sabes como soy, se me desnudó, se me ofreció. Lo siento no pude hacer otra cosa¡
Adolfo está desesperado: 
--¡Podías estar con cualquier hombre pero no con mi Simón¡
--¿porque con Simón no? ¿Porque es tu hijo o porque lo amas?
Adolfo lo golpea una vez más. Y lo que más le duele a Adolfo es que su amigo podría seguir acostándose con su hijo pero él no. Lo ama, lo desea y ese amor lo está destruyendo. No puede con el dolor y los celos.
--¡pero si a él quiere  acostarse contigo... ¿por qué me debería importar a mi?
Adolfo grita. Da un nuevo puñetazo a Tomás. Siente mucha rabia.
--Yo no me pude controlar, me podía haber callado y no te hubieras enterado y en cambio te lo he dicho para que puedas ayudarlo. Esto es lo que quería tu hijo, que yo te contara. Tu hijo te odia, hace todo esto para destruirte. Yo caí en su juego como lo caíste tú. No me lo puedes reprochar.
Adolfo está muy angustiado. Llora:
--¿¡y qué le hago?¡ ¿cómo uno le ayuda a un hijo con el que se acostó?¡ ¿¡como uno ayuda a un hijo que se prostituye?¡
--No lo sé pero es tu hijo no te puedes desentender de él.
-- ¡tú mejor te callas que te has portado como un cabrón. No esperaba un comportamiento tan bajo de tu parte¡
Tomás no dice nada, acepta el regaño de su amigo. Piensa que el gusto que se dio bien lo merece.

Ninfa,  la mucama de la mansión de los  Bolívar, se da cuenta que Simón  no ha pasado la noche en la casa.
--esta niño seguro que anda en malos pasos y lo peor es que en esta casa nadie le pela. Cualquiera diría que Don Ernesto no es el padre del niño. No lo quiere, ¿cómo un padre no puede querer a un hijo de su sangre?

Simón  se ha ido a dormir a casa de su amiga. En realidad no han dormido nada. Simón y Paula se la han pasado hablando y tomando pastillas. 
--No me puedo creer que ahora seas un prostituto… o como se llame ¿y qué vas a hacer con todo ese dinero que te ganaste con tu cuerpo?
-- quédatelo tú. Así te pago todas esas pastillas que me das.
Simón  está bastante drogado con lo que no se preocupa de sus actos. Está demasiado dolido y quiere olvidar.
--Yo no te había pedido dinero pero si piensas consumir mucho...
Simón  lleno de odio dice:
--¡sí, sí, eso... Me prostituiré y me drogaré. Seré la peor de los hombres  y todo será culpa de él... de Adolfo, mi padre. A ver si es verdad que no tiene corazón y no le importa llevar a la destrucción a su propio hijo¡
El chico  habla con amargura. Paula siente pena de ayudar a destruirlo. Pero sigue las instrucciones de Gustavo y sólo ve por sus ojos. Lleno de rabia, Simón  le dice:
--¡no quiero pensar , dame otra pastilla. No quiero pensar en nada¡
Paula se la da.
--con una de estas te quedas como nuevo. Pero no hay que pasarse . Vamos a clase, se nos hace tarde.
--Yo mejor me voy a casa. Sver si mi padre, Ernesto, aún no se ha enterado de que he dormido fuera aunque no creo que le importe.

Con un nudo en la garganta, Adolfo se dirige a casa de la que fuera casa de su amada con la esperanza que Simón  viva allí.
Ninfa es quien lo atiende.
--busco al hijo de Elena Bolívar ... ¿Simón  vive aquí?
--sí señor... pero no está .
Ninfa se ha sentido muy atraída por el apuesto hombre y desea ser muy amable con él:
--pasó la noche fuera. Para mí que ese niño anda en malos pasos. Siempre ha vivido muy lleno de odio, perdió a su madre, su papá no lo quiere y la bruja de su madrastra es eso... una bruja ¿y usted quién es?
--Adolfo Vega.
Los dos chocan sus manos y la mucama se estremece. Lo deja pasar.
-- me urge hablar con el padre de Simón . Usted me dijo que tenía padre.
Adolfo habla muy agitado, espera que la mucama le diga algo que le demuestra que tanto él como Simón  están equivocados y no les une ningún parentesco.
Ninfa en plan confidencial:
--si, el señor Ernesto pero pasa algo raro ¿verdad que es imposible que un padre no quiere a su hijo?
Estas palabras se clavan en el alma del guapo hombre:
--¿El padre de Simón  no lo quiere?
-- nadita de nada. No se preocupa de él. Nunca lo quiso y no sé porque. Ni parece su padre.
Adolfo se muere del dolor. Se tiene que tragar las lágrimas:
--es mi hijo... es mi hijo –se dice roto de dolor.
--¿le pasa algo?
-- ¿me gustaría hablar con don Ernesto?
--lo siento mucho pero no está.
--claro estará trabajando.
Ninfa se ríe:
--nada de eso. En esta casa sólo trabajo yo. Él y la señora se la pasan fuera pero no sé donde. 
Adolfo insiste.
--es que el señor Ernesto no ha trabajado en su vida. No le puede ayudar.
 finalmente se va pero ante el da el número a Ninfa para que Ernesto lo llame. Ninfa, muy coqueta, le dice que dará su recado. Adolfo se va preocupado.

Gustavo y Marina hablan después de hacer el amor. Él le cuenta lo que recién le dijo Paula.
--no te creo... me gustaría tener pruebas de eso.
-- eso es muy fácil... yo puede ser su cliente.
Gustavo sonríe satisfecho. A Marina no le ha hecho mucha gracia la propuesta de él. Gustavo le pide dinero a Marina para acostarse con Simón . Ella se queda de piedra.
--¡eres un degenerado... como me puedes pedir dinero para acostarte con un hombre¡
-- tú sabes que me acuesto con Paula.
-- ¡sí pero es para usarla en nuestro planes¡
-- ¿¡y eso no nos ayudará en nuestro plan?¡ tendremos a ese imbécil en nuestras manos.
Marina acepta a regañadientes y le da dinero. Gustavo sonríe con cara de degenerado.


Es de noche, Adolfo está en su cama. No deja de pensar en Simón .
--¿dónde debes estar?
Le angustia pensar que se debe estar prostituyendo y él no sabe cómo ayudarlo. Cristina trata de seducirlo pero él no puede hacer el amor con ella lo que enfurece a Cristina.
--¿¡ya no te gusto?¡
--No es eso, dame tiempo.
Él está muy triste, ella se resigna.

Simón  anda por las calles buscando clientes. Un coche la para.
--Hola guapo... ¿te llevo a algún sitio? –dice Gustavo muy sonriente.
Gustavo  se lo  lleva a su departamento. En seguida se desnudan y van a la cama. Él busca un preservativo pero Simón se lo saca de la mano y le dice que no quiere usarlo.
--¿a pelo? –jadea él.
Simón hace que sí con la cabeza.
--pero es peligroso.
--me encanta el peligro.
--A mi también–jadea.
Gustavo siente un gran morbo por acostarse con el  hijastro de su amante. Con un hombre a Gustavo le gusta cumplir sus perversiones más perversas y Simón está dispuesto a todo. Hacen el acto sexual como bestias salvajes. Simón  parece una máquina. No siente, no razona, siente tiene un objetivo: degradarse para destruir a Adolfo. 

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