lunes, 15 de junio de 2020

Capítulo 4



Adolfo no deja de leer el diario de Elena.
--¡Yo quise a tu madre!
--¡Sí, bonita forma de amarla! ¡Eso de decirlo es muy fácil, hay que demostrarlo y tú la abandonaste cuando estaba embarazada!
Adolfo no deja de llorar.
--¡Yo no sabía que estaba embarazada! ¡Habría hecho lo que fuera por ella! 
Simón habla con rabia. 
--¡Entonces! ¿Qué fue lo que pasó?
-El el mismo día que cumplimos un mes de hacer el amor, yo le compré un anillo y quise dárselo para pedirle que se casara conmigo cuando terminara la carrera, pero ella nunca acudió a la cita. ¡Hoy ha sido la primera vez que he tenido noticias de ella!
Simón tiene muchas preguntas. Muchos reproches. 
--¡Y si tanto la querías! ¿Por qué nunca la buscaste?
-¿Crees que no lo hice? ¡La busqué por todos los lugares, pero nunca la pude encontrar! ¡Por eso siempre conservé en este pequeño departamento, para que ella viniera a buscarme!
-¡Deja el teatrito para otro imbécil! ¿Quieres?
Adolfo no sabe qué decir y saca la foto de Elena. Se la muestra llorando.
-siempre me acuerdo de ella y me pregunto porque me dejó.
Simón  siente deseos de quitarle esa foto y llevársela, pero se conmueve y no se la quita. Adolfo llora sangre.
--¿Por qué me haces esto? me has matado.
-¡Nunca te perdonaré que mi madre se suicidara por ti!
-¡Yo hubiera dado mi vida entera por evitar eso! ¡Qué felices hubiéramos sido los tres!
--¡¡eres gay¡¡ sólo estuviste con ella para guardar las apariencias.
--sólo he amado a tu madre. Cuando desapareció me refugie en mi mejor amigo. Sólo había estado con él. Tomás era hasta ahora el único hombre con el que me había acostado.
Simón  rompe a llorar, está confundido, no sabe si decirle que lo ama a pesar de que es su padre o si salir corriendo. Es lo que siente que debe hacer, pero su corazón le dice lo contrario. Su corazón le grita que le diga que lo ama pese a que tengan la misma sangre.
Seguidamente mira la foto de su hijo.
--¿Quiénes son esos niños?
--¡Es tu hermano! ¡Se llama Emilio y tiene cuatro años! El otro es Tomás, mi ahijado.
Simón  lo mira triste.
--¿Eso es lo que querías a mi madre? ¡En un momento la olvidaste y te fuiste con otra!
--tardé años en estar con una mujer. Me quise dar una oportunidad pero no funcionó. Soy divorciado.
Adolfo trata de hablarle pero Simón  se va dejándolo destrozado.

Ernesto se despierta exaltado.
--¡No, no puede ser! ¡Tú estás muerta! ¡Tú te suicidaste por culpa de ese desgraciado!
Marina se despierta al escuchar los gritos.
--¿Qué te pasa? ¡Cariño!
--¡Otra vez la misma pesadilla de siempre! ¡Los recuerdos me están atormentando!
--¡No te preocupes, mi amor! ¡Trata de dormirte!
--¡No! ¡No me quiero volver a despertar acordándome de esa mujer! ¡Después de muerta sigue dando la lata!
--¡Pero pronto tendremos nuestra recompensa! ¡Faltan menos de dos años y eso pasa rápido!
--¡A mí se me está haciendo interminable! ¡Qué ganas tengo de que Simón cobre su herencia  para matarlo y quedarnos con su fortuna!
--¿Por qué no lo matas ya?
--¿Tú estás senil? ¿olvidas el testamento del viejo?¡Si Simón  muere antes de heredar, toda la fortuna se destinará a obras de caridad y no me da la gana! ¿Por qué crees que no lo he hecho? ¡Simón  es una mina de oro y la tenemos que aprovechar!No he aguantado a ese estupido escuincle por años para no recibir nada¡¡ El mismo día que reciba su herencia se muere.

Adolfo está atormentado. Le duele que su primer amor se haya suicidado. No entiende qué pasó. Le duele el odio de Simón y a la vez se estremece al pensar en sus cuerpos desnudos. Lo ha amado y tiene sus huellas en su cuerpo. Mira esas sábanas que son la prueba de su pecado. Llora sangre. Las arranca de la cama. Las tira en la bañera. Esta muy tomado. Las rocía con alcohol y prende fuego. Llora pensando con amor y deseo en Simón. 
--¡¡es mi hijo, mi hijo¡
Esas palabras lo torturan. Bebe y llora mientras el fuego consume esas sábanas. Está atormentado. Angustiado. Destrozado. Llora sangre. Ha hecho el amor con su hijo.
--¡¡es una monstruosidad¡¡
Y le duele que Simón lo odie tanto como para seducirlo sabiendo quién es. Eso lo está matando. Eso y el no poder dejar de pensar en el cuerpo desnudo de su guapisimo hijo con deseo. Está desnudo. Cae en el piso llorando. Desangrándose de dolor. Retorciéndose de dolor

Simón  vuelve a leer el diario de su madre y no deja de mirar la foto de su padre. Adolfo es el hombre más guapo que vio en su vida. Lo ama y lo desea. Besa esa foto.
-- ¡Pero es mi padre y por su culpa mi madre se suicidó! ¡No puedo quererlo!
Siente odio y a la vez todo su cuerpo se estremece. Vibra recordando que han hecho el amor.
--Bonita forma de venganza.
Lo odia. Lo ama. Sus ojos se llenan de lágrimas.
-¡Juré destruirlo y lo tengo que hacer!  
Pero lo ama. Y le duele tener que hacerle aún más daño. Y le duele que ese hombre sea su padre porque lo está amando como nunca amó a nadie.

Adolfo no deja de pensar en lo que ha hecho. Llora. Bebe.
--¡No puede ser! ¡ me voy a volver loco!
Su vida ha cambiado en un momento. Ha descubierto que tiene un hijo. Un hijo que lo odia. Un hijo que se ha acostado con él para acabar con su vida. Y lo ha logrado. Agarra un frasco de pastillas que tiene para dormir y se las toma. Y sigue bebiendo.

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